En lo más alejado de mi propio ego, allí donde ni la misma
conciencia pudiera iluminar lo que hoy es la más oscura mancha en mi alma, justo
detrás de mis peores miedos, se asoma indiferente tan pequeño pero tan
presente, marcando sus pasos con estragos latentes, y es que ni yo conocía de
su fría existencia…
Acaparando cada punto estratégico de mis sentimientos, iba
forjando la más fiera trinchera, a pesar de ser el único en lucha, y teniendo
por enemiga a la misma vida, se enraizó fuerte con sus ideales inamovibles, no
conociendo la palabra derrota, comienza mi guerra…
Muere a lo lejos sumergida en una desolada tristeza, ese día
que vi nacer apenas hace unas horas, y fue la noche que se le aparecía clavándole
a traición el puñal de la envidia, y es así que el mismo sol de sangre se teñía,
dejando a mi luna de testigo, y a las nubes de vigías…
Estremecido por mis propias palabras, avancé veloz hiriendo
a discreción, nadie podía salvarse de esa masacre, desconociendo mi propia esencia
me encuentro frente a frente a mí mismo, y aunque diferente en táctica en
concepto fue suicidio, porque en ese instante vencí a la vida hallando mi
muerte.